Entrega de jerseys: Guerreras ¡a tope!
- Christopher Peña
- 19 jul
- 6 Min. de lectura
📍Padua, Italia | un día memorable
Hay momentos que parecen detener el tiempo; y a veces uno no lo nota. Otras, uno lo sabe mientras siente el paso inexorable de cada uno de los instantes contenidos en cada paso del camino en la historia personal que nos va reconstruyendo...
Y yo, esa tarde, mientras jugadoras, staff y directivos vestían la sala de usos múltiples del centro de convenciones del hotel ejecutivo donde la directiva de Guerreras Jaguar México consiguió que nuestras atletas pudieran pernoctar en Padua, lo supe.
Se transformó.
No. Miento.
La transformaron. Ellas la transformaron.
Entre muchísimas cosas este momento se convirtió en un instante histórico en la senda personal, en la historia muy particular de todas y cada una de ellas.

Aquella tarde, justo tras una deliciosa comida ahí mismo, el lugar se volvió recinto; y el recinto en un santuario deportivo donde no se habló de egos ni de logros personales, sino de sueños colectivos.
Dicen que “lo importante no es llegar, sino mantenerse”. A mí, en lo personal, aquello se me hace superbobo. Carajo, para mantenerse hay que llegar. Y estas señoritas llegaron con las garras por delante y los colmillos afilados. Están en Padua, están entrenando, están motivadas y están con unas ganas locas, belicosas, de romperla a tope.
Guerreras Jaguar México entregó, de mano de los formidables coaches Pato y Baloo, con palabras precisas, ajustadas a todas y cada una de ellas, los jerseys a las jugadoras que saltarán al campo este sábado.

Fue más que una ceremonia: fue un pacto. Un ritual. Un momentum en que cada uno de nosotros pudimos percibir esa alineación entre la trayectoria deportiva de las atletas, donde convergen esas idas al campo de niñas con las horas trasnochadas haciendo tareas después de entrenar y bañarse, hechas pomada, con nueve años, mientras sus hermanos duermen y los resultados consumados cuando están por ponerse la de México y jugar por un país —como mencionó coach Pato "Por esa bandera, decía señalando la tricolor.
A veces parece complicado emparejar ese match ente la trayectoria deportiva y la realidad particular de ellas; porque es dificil creerse tan buena en algo a nivel profesional cuando todo esta sistematizado para bajonearse; y, diría el poeta: "Y sin embargo, se mueve"... Porque lo que las hace altamente profesionales es que quieren jugar, porque quieren entrarle a “un deporte de hombres”, porque les gustan los madrazos, y porque se hacen cargo...
Niñas, adolescentes o madres de familia, se parten en dos, tres, siete: para entrenar, para la escuela, los trabajos, los compromisos familiares, de pareja, etc. Y allí están. Acá se visten con el nuevo jersey, con las nuevas fundas y con el mismo hambre: de triunfo, de victoria, de equipo y..., sobre todo, de juego.
Ellas aman tanto este juego, que lo profesionalizaron, que lo incrustaron a fondo en sus almas y lo llevan recio, justo en ese pequeño espacio entre los huesos y todo lo demás que las hace ser quienes son.

Tuve oportunidad de hablar con familiares, parejas y las mismas jugadoras... e incluso más que hablar, de compartir historias de resiliencia, de derrotas convertidas en aciertos.
Estas mujeres admirables han huido del país para poder seguir jugando porque papá no quería que la princesa se aventara a los trancazos; han cambiado de carrera a una menos demandante para poder entrenar; han tenido que encontrar el amor en el campo porque allá afuera pocos entendemos el valor de lo que se siente raspar el pasto con los tachos, soltar espuma por entre el chupón mientras ves a tu contrincante dispuesta a taclearte tan pronto suene el silbatrazo...
Son mujeres que se han abierto el camino por su sueño para que, justamente hoy, tengan la oportunidad de representar a México de una forma nueva y diferente.
Y sí: estas mujeres sí nos representan.
ESTAS MUJERES SÍ NOS REPRESENTAN.

¡ESTAS MUJERES SÍ NOS REPRESENTAN!
Algunas llegaron desde Monterrey. Otras desde Yucatán, San Luis Potosí, Ciudad de México. Varias más desde Estados Unidos. Algunas ya se habían enfrentado antes en los emparrillados. Otras no se habían cruzado jamás en el camino de las demás.
Pero esta noche, todas serán una sola.
Una misma manada, una misma alineación, una misma alma: el alma de las Guerreras Jaguar que escuchan el canto del caracol y se aprestan a las armas.
Una a una fueron pasando al frente, presentándose con nombre, equipo y propósito:
—Soy tal, vengo de tal ciudad y estoy aquí para entregar el alma.
No hubo nombres en los jerseys. Cosa del Coach Baloo:
—No hacía falta. Porque en Guerreras Jaguar, ni el nombre ni el apellido definen el impacto de lo que hagas en el campo. Aquí se juega por el escudo, por la manada, por algo más grande.

La emoción era densa.
La atmósfera, electrizante.
Estaba Vico, veterana de mil batallas, quien armó su casco pieza por pieza como si tallara una armadura.
Pam, atleta imponente, energía inagotable; actitud 1000%.
Mariel, la más joven, pero quizá la más hambrienta. Su entrega para llegar a Italia fue descomunal. Se rifó.
Mich, uff... Mich. Miche se para frente a todas, frente a todos, y nos descoloca con sus sabias palabras.Y es que una llega aquí, a representar al país entero, y tiene que entender que esto es algo más grande que sí misma.

Y claro que no solo Mich nos deslumbró: TODAS lo hicieron. Porque, claro, para tener este nivel, tu mindset debe ser una locura: mitad sabiduría, mitad desequilibrio total jeje (a ver si no me pasa algo durante los juegos).
Fue una algarabía.
Un rugido absoluto de felicidad, orgullo y pretensión de triunfo:
—¿Pos qué espero de ustedes? —decían varias—. ¡Pos todo! Nada menos. ¿Y qué pueden esperar de mí? Mi 200 %. Y yo me voy a rajar la madre en el campo por ustedes...
¡Madre santa de Dios…
Esas mujeres atletas sí nos representan...

También estaban las lesionadas que lograron recuperarse. Y la que no podrá jugar, pero que sigue aquí, alentando, sosteniendo desde el alma el orgullo de ser Guerreras Jaguar. Demostrando que, una vez Guerrera, siempre Jaguar.

Coach Baloo, con voz firme y mirada encendida, se paró al frente. Habló con el corazón abierto:
—Ser mujer y jugar football no es cosa fácil. Ustedes han ido en contra de todo: del sistema, de las expectativas, del machismo. Este jersey representa cada lágrima, cada sacrificio, cada entrenamiento donde nadie las miraba... Y hoy están aquí porque lo merecen.

Después tomó la palabra Coach Pato, el estratega regio de Raiders Monterrey, directo al grano:
—Está padrísimo que sean chingonas. Pero no vinimos a convivir. Vinimos a ganar. A perder, nadie vino.

Las jugadoras corearon.
Se abrazaron.
Lloraron.
Rugieron.
Rebeca Velasco, presidenta del equipo, exjugadora y alma de esta franquicia, no pudo evitar las lágrimas:
—Este equipo es un sueño que alguna vez me pareció imposible. Hoy es real. Hoy nos internacionalizamos de manera contundente. Hoy Guerreras Jaguar está representando a México y lo hace de verdad.

El momento se volvió aún más trascendente cuando Walter, presidente y coach de las Scarlett Fénix, tomó la palabra. Italiano apasionado, visionario del football femenil europeo, compartió su historia:
—La misoginia en nuestras federaciones debilitó este deporte. Lo cancelaron. Lo borraron de un plumazo.Pero no contaban con nuestra persistencia. Hemos tendido puentes con Cataluña, Alemania, Suiza, Polonia…En 2026 haremos el primer mundial amateur de football femenil de talla mundial. Y ustedes, Guerreras, ya son parte de esta historia.
Las primeras invitadas.
Una a una, las jugadoras pasaron por su jersey. Lo tocaron como si fuera un trofeo (lo es). Lo recibieron con la seriedad de quien entiende lo que significa. Con lágrimas, con voz entrecortada. Porque todas y cada una de ellas sabían que, para estar allí, había que haber dejado atrás muchas cosas. Momentos, personas, miedos. Todas ellas dejaron atrás lo que las obstaculizaba. Sea lo que fuere.
Y se comprometieron ahí mismo a darlo todo. A representar a su país, a su equipo, su historia.
Y lo hicieron con una porra brutal, ardiente, que cimbró el piso del hotel:
—¡GUERRERAS!—¡JAGUAR!—¡MÉXICO!
La voz colectiva rugió.
No había otra forma de describirlo: rugió.

Una reportera italiana, emocionada hasta las lágrimas, se presentó para entrevistarlas. Dijo que cubre deportes femeninos porque allí, dijo, “aún queda algo puro, algo hermoso: el deseo de demostrar que vales, que puedes, aunque el mundo diga que no”.

Las atletas salieron del salón como si ya hubieran ganado: con los jerseys puestos, con la espuma en la boca, y totalmente listas para entrenar.
Así culminó la transformación. Y este sábado..., en unas pocas horas, se suelta la manada.






Esa 50, de verdad si es la mejor centro de todo el país, mi Mont la mejor :)